13 de diciembre de 2013

EL COLEGIO DEL ARTE MAYOR DE LA SEDA


 

EL COLEGIO DEL ARTE MAYOR DE LA SEDA DE VALENCIA
LA RIQUEZA OLVIDADA


 

DEPARTAMENT D´HISTORIA DE L´ART, UNIVERSITAT DE VALÈNCIA

 

EL COLEGIO DEL ARTE MAYOR DE LA SEDA DE VALENCIA. LA RIQUEZA OLVIDADA.

 

Sin duda, el Colegio del Arte Mayor de la Seda es el testigo de la importancia de la industria sedera en Valencia durante muchos siglos y una seña de identidad del barrio de Velluters. Además de la historia que encierra en sus muros, como sede del gremio de Velluters de la ciudad que ejerció el liderazgo de las sederías españolas, el edificio del Colegio destaca por su riqueza artística y los bienes muebles que contiene, a pesar de su mal estado de conservación. En el presente trabajo trataremos de hacer una descripción de la historia del edificio, sus reformas, sus cambios y su valoración, siempre ligado a los avatares de la historia del gremio de la seda y de la ciudad, ámbito del que no se puede desligar.

 
  1. El gremio de Velluters y la importancia de la industria de la seda en Valencia
El Colegio del Arte Mayor de la Seda de Valencia, situado en el céntrico barrio de Velluters, fue la sede del gremio de sederos desde 1492. El edificio, construido en el siglo XV y reformado en los siglos XVI y XVIII en estilo barroco, fue el escenario principal de la historia de la seda en Valencia, ya que el Colegio del Arte Mayor de la Seda fue el órgano regulador de los sederos, donde se tomaban las decisiones importantes y donde se recibieron las Órdenes y Privilegios Reales. Desde su creación, el Colegio tiene como fundamento la obligación de impartir enseñanzas tanto teóricas como prácticas encaminadas a la formación de especialistas en la técnica textil.
La industria de la seda fue una actividad económica muy importante en la Valencia medieval, pero existía un completo descontrol y falta de rigor en la fabricación de los tejidos de seda, montando telares personas poco profesionales, faltando toda clase de reglamentaciones en cuanto a la adquisición de materias primas, expedición de manufacturas e intrusión de maestros extranjeros en perjuicio de los del país. De todo lo cual resultaban frecuentes rencillas, quejas, fraudes y recíprocos perjuicios que los industriales sederos se ocasionaban entre si y que además repercutían desfavorablemente en la industria sedera valenciana.
Con el fin de solucionar en lo posible esta falta de rigor y normas que controlaran la calidad del tejido que aquí se producía, en defensa de los industriales competentes y de la misma industria sedera de Valencia, constituyeron en 1479 el "Gremi de Velluters", redactando unos Capítulos u Ordenanzas a las que había de sujetarse los agremiados, para poner coto a esa situación. Estas primeras ordenanzas marcaron un antes y después en la evolución de la seda en Valencia.
El edificio fue adquirido por los sederos valencianos en 1494 para Casa común del oficio. El clavario de los velluters Joan Pérez compró una casa y huerto lindante con el Hospital de Inocentes a Francisco Castelló, que debían conservar perpetuamente para ellos y sus sucesores. La escritura de compra - venta fue firmada el 26 de septiembre ante el notario Luis Gasset, quedando así instalado, en este barrio y en esta casa del siglo XV, el Gremio de Velluters.
El Colegio se convirtió en un velador a ultranza de la calidad de las sedas valencianas que bajo su tutela y dirección destacaron entre todas las de la península, por la calidad de su materia prima y de sus manufacturas, y tuvieron un gran reconocimiento y proyección internacional, lo que se tradujo en una gran actividad comercial con Europa y posteriormente con América.
El liderazgo de Valencia como centro principal de las sederías españolas es indiscutible. Su potencial productor y el alto nivel de organización industrial no fue superado por otros centros industriales, y además Valencia sirvió de modelo para otras ciudades españolas. De hecho, la industria de la seda representó durante siglos uno de los componentes esenciales de la economía de los valencianos. El siglo XV marcó un hito muy importante en su consolidación; ello se refleja en la creación de la Lonja de la Seda de Valencia. Entre el siglo XV y el siglo XVIII no dejó de extenderse por los campos valencianos el cultivo de la morera, destinada a alimentar a los gusanos de seda. El número de telares creció considerablemente: a finales del siglo XVII son 800, en 1720 ya son 2.000 y en 1760 llegan a los 3.800 telares, que se concentraban en aquella época en el sur - este de la ciudad, zona que significativamente recibió desde entonces el nombre de barrio de Velluters.
En 1686 el rey Carlos II concede el título de Colegio del Arte Mayor de la Seda, elevando así el rango del antiguo gremio de Velluters a la categoría de Colegio Profesional y el trabajo de la seda a Arte Mayor. Es el privilegio más importante y trascendental de la historia del Gremio. Otros monarcas posteriores también se ocuparon de esta corporación y dispusieron todo tipo de ordenanzas favorables al Colegio. Estos privilegios que se otorgaron a los sederos valencianos favorecieron la importancia del sector en la economía valenciana, en constante ascenso.

 

 
  1. El edificio
    El edificio en el que se instaló el gremio es del siglo XV pero fue reformado en el siglo XVI y posteriormente en el XVIII, cuando se le confirió el aspecto actual. Así, la sede del Colegio del Arte Mayor de la Seda fue en su origen un edificio gótico, del que todavía quedan algunos restos. El conjunto del Colegio está constituido por un edificio principal de planta trapezoidal, con fachada recayente a la calle Hospital. La fachada posterior recae al huerto, también incluido en el conjunto, y en el que actualmente existen construcciones con distintos usos, de creación posterior a la del edificio "noble" y el resto de edificaciones colegiales. Todo el conjunto ocupa una parcela trapezoidal, con una superficie total aproximada de 2.500 m2. La fachada principal tiene una longitud de 29,06 metros.

 
La fachada principal, correspondiente al edificio noble, destaca por su portada adintelada barroca, de piedra, rematada en la parte superior por un frontón curvo y partido en el que sobresale un altorrelieve con la imagen de San Jerónimo, atribuido a Ignacio Vergara, donde aparece la inscripción "Año 1756". La fachada tiene un enfoscado de mortero sobre los que apenas se vislumbran restos del recubrimiento pictórico existente, de un color típico anaranjado con recercados verdes que a su vez aparecen orlados con líneas rojas. El zócalo de piedra enmarca las ventanas de la planta semisótano, prácticamente cuadradas, y que aparecen protegidas con reja de hierro forjado. En la planta principal aparecen cinco balcones, con vuelos reducidos, antepecho de hierro forjado y barrotes rectos, así como azulejos decorados datados a mediados del siglo XVIII.
Al edificio principal se accede por portón lateral que da acceso al zaguán. Queda a la izquierda el inicio de la escalera principal de tres tramos que ocupa la esquina nordeste de la planta de acceso a la primera planta. A la derecha se encuentra la escalera de un tramo de acceso a la entreplanta. En esta misma pared de cierre del zaguán se abren dos puertas que dan acceso a dos locales en planta semisótano que albergan sendas viviendas. Al fondo del zaguán, longitudinalmente opuesta a la puerta de acceso, se dispone un vano con arco de tres centros cerrado con puerta de cerrajería, por el que se sale al antiguo huerto anexo al edificio y que forma parte del conjunto.

 

La entreplanta tiene acceso por la escalera de la derecha en el zaguán, está configurada por cuatro estancias de dimensiones similares, en ellas se albergan aulas dedicadas a la docencia y parte de los documentos que constituyen el importante archivo propiedad del Colegio. La cuarta dependencia, al fondo, está compartimentada en dos estancias, en una se ubica un laboratorio, también destinado a la docencia y en la otra una pequeña sala de reuniones. La planta primera constituye la planta noble del edificio, y ocupa la totalidad de la planta, una vez salvada la escalera de acceso o principal. En la parte izquierda del edificio se mantiene el mismo esquema de dos grandes estancias separadas por el muro de carga central y que albergan la dotación museística del Colegio. La primera sala a la que se accede y que da paso a las restantes, alberga diversas vitrinas en las que se exponen elementos textiles. El pavimento está realizado a base de piezas de barro cocido en las que se intercala cenefa realizada con el azulejo conocido como "de la pometa", aunque en realidad el fruto que representa es una granada. Tiene un cielo raso de cañizo con moldura perimetral y dibujos monocromos con iconografía mariana sobre la puerta de acceso a la capilla, y pintura enmarcando el acceso a la Sala de la Fama, al fondo, como se puede apreciar en las fotografías.

 
En la estancia conocida como Capilla del Colegio se desarrollan los diversos actos litúrgicos tradicionales en el devenir colegial. En sus paredes aparecen diversas piezas museísticas textiles y dos interesantes paneles de azulejos relativos al patrono, uno de ellos fechado en 1700. Adosada al extremo izquierdo de una de las estancias, la que recae al huerto, y junto a la que actualmente es pared de medianera, existe una escalera de caracol gótica, atribuida a Pere Compte por su semejanza a la de la Lonja de la Seda, labrada con perfección en su antepecho y galería. En su base se conserva el pavimento de la primera reforma que hicieron los velluters en la casa y que data de 1505. Por ella se accede a través de pequeñas aberturas, a la cubierta y a la parte interior de la misma sobre falso techo de cañizo. El pavimento esta realizado con el típico azulejo conocido como del "mocador", con una distribución estrellada, que caracteriza fuertemente esta sala.
Al fondo de la primera sala se encuentra la Sala de la Fama que, de planta aproximadamente rectangular de 13 x 9 metros, ocupa toda la profundidad del edificio. Constituye la pieza clave del edificio, y ello es debido al espectacular solado de azulejo, con iconografía de la Fama y de los cuatro continentes, conocidos en el momento de su ejecución. Los forjados de techo recubiertos con cielos rasos de cañizo, con moldurados perimetrales y ornamentaciones pictóricas. La cubierta del edificio es a dos aguas sobre viguetas de madera inclinadas, que apoyan en el muro de carga central.
Junto al edificio noble se encuentra un cuerpo adosado que comparte tratamiento de fachada. Al interior presenta un pequeño distribuidor del que parte una escalera de dos tramos que lleva a la planta alta. La planta baja está ocupada por una única estancia en la que se encuentra ubicada una interesante colección de maquinaria textil antigua con piezas de mediano tamaño. A través de este cuerpo se accede a las naves propiamente dichas. Éstas están constituidas por un único volumen compartimentado en tres estancias que a su vez poseen cubiertas independientes. Únicamente están desarrolladas en planta baja. Su fachada principal recae al huerto y está configurada por una gran pieza de carpintería de madera pintada en color almagra, y de tipología fabril. Un cuerpo longitudinal se desarrolla tras esta fachada y hasta hace no mucho tiempo se ubicaba la Unidad de Restauración Textil del Centro Técnico de Restauración, de forma temporal. Paralelo a este local se desarrolla otro, de características parecidas y en el que a modo de almacén, no acondicionado, se encuentran varios telares antiguos de grandes dimensiones. Una tercera estancia, contigua y adosada a las anteriores, en sentido perpendicular a ellas, define la totalidad del volumen, y en ella se encuentran a su vez grandes telares antiguos desmontados. El interior del edificio está decorado con pinturas.
Además del edificio principal en la parcela se ubican otros inmuebles destinados a taller de restauración de materiales textiles. En la década de los ochenta el Colegio cedió temporalmente una parte de la parcela para la construcción del Centro Artesanal de la Comunidad Valenciana.
El Colegio alberga en su interior un importante contenido mueble. Guarda una rica colección de tejidos de sedas trabajadas artesanalmente que son muestra de una gran calidad de fábrica y de diseños de gran riqueza y dificultad de ejecución. Terciopelos, damascos, brocados, brocateles y sobre todo sedas brochadas o espolinadas, consideradas actualmente como reinas de los tejidos sederos, conforman dicha colección. Por otro lado, los sederos que regentaron el Colegio han guardado a través de más de cinco siglos las Ordenanzas, Pragmáticas, Privilegios, etc, así como los documentos que fueron generando el antiguo gremio y después Colegio. El conjunto de los fondos documentales conforma un archivo histórico de los más interesantes e importantes de España y sus series se remontan con continuidad hasta los años de la fundación del gremio. El Archivo posee una documentación tan importante que nos permite estudiar la historia de España a lo largo de cinco siglos.

 
  1. De la riqueza olvidada a la urgente recuperación y proyección cultural
En el siglo XIX el Colegio, inmerso en la problemática desindustrialización, entró en una grave crisis a raíz del decreto de liberta industrial promulgado por las Cortes de Cádiz en 1813. Los resultados fueron la disolución y la ruina final de los viejos gremios, que ahora adquirían el carácter de libres asociaciones acogiéndose a la ley común. A pesar de ello, el Colegio del Arte Mayor de la Seda se salvó del naufragio general y pudo seguir cumpliendo parte de sus objetivos corporativos y conservando su casa social. En 1869 se aprobaron nuevos estatutos y reglamentos reformando las viejas ordenanzas de 1736, con cambios respecto al gobierno y régimen de la institución. Y todavía durante la primera década del siglo XX se celebraron muchas juntas generales extraordinarias para abordar soluciones a la crisis industrial. Pero el poderío de la industria sedera valenciana exhibido en otros tiempos, incluso en el extranjero, no formaba más que un lejano recuerdo. La decadencia de esta industria, de la institución y, por tanto, del edificio, se hizo irreversible. Ante esta situación, todo intento por recuperar la abandonada industria de la seda fue inútil.
A lo largo de las últimas décadas del siglo XX este edificio tan importante para la memoria valenciana ha tenido cierto reconocimiento a través de títulos y declaraciones legales para su protección. Sin embargo, este reconocimiento no ha venido acompañado de la inversión económica necesaria para su rehabilitación y puesta en valor.
En 1981 la Casa y el Huerto del Colegio recibieron el título de Monumento Histórico – Artístico, otorgado por el mismo rey Juan Carlos I. Según expresa el citado decreto real, "todavía permanecen algunas partes del antiguo edificio gótico habiendo pasado por diversas transformaciones de adaptación a las necesidades del momento, pero conserva en su estructura interesantes artesonados, frescos, pavimentos, una escalera de caracol, así como la puerta adintelada de estilo barroco con bellos relieves representando a San Jerónimo. Posee un valioso archivo, un extenso muestrario de tejidos clásicos, una colección de sellos y xilografías, telares y máquinas, que constituyen la base de un futuro Museo de la Seda de Valencia". La justificación del decreto real es bien clara, tanto por su importancia histórica y tratarse de una de las instituciones valencianas antiguas que ha sobrevivido a lo largo de los siglos, como por el interés artístico del propio edificio y su ubicación en el corazón del histórico barrio sedero. Por estas razones, el Colegio tiene que ser conservado, como patrimonio cultural de todos los valencianos, tal y como lo consideró la propia Academia de Bellas Artes de Valencia cuando dio su informe favorable al decreto real.
    Desde aquel momento, la riqueza olvidada se convirtió en proyección cultural. El edificio del Colegio ha visto sustituir la política económica del fomento de la industria de la seda por la nueva política cultural de promoción del patrimonio histórico. En 1995, las colecciones textiles y tecnológicas, así como los telares, maquinaria y útiles de tejeduría que guarda el Colegio fueron declaradas Colección Museográfica por la Generalitat Valenciana. También fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC). Pero a día de hoy, esta política de difusión cultural ha tenido, en realidad, un fracaso como resultado, puesto que no se ha recuperado ni el inmueble ni se ha puesto en valor la importancia de la actividad textil en la ciudad. Según la Ley de Patrimonio Histórico Español de 1985, la protección de los bienes culturales constituye una obligación fundamental que vincula a todos los poderes públicos. La tarea principal de todas las administraciones en relación con el Colegio, una vez que fue declarado patrimonio histórico – artístico, consiste en facilitar recursos económicos y medios adecuados para proteger, conservar y difundir convenientemente el edificio, los bienes muebles que contiene en su interior y todo su entorno. Pero pocas han sido las medidas políticas desarrolladas en favor del Colegio del Arte Mayor de la Seda, el cuál se encuentra en un estado de conservación muy lamentable y con riesgo de derrumbe.
El problema actual del Colegio del Arte Mayor de la Seda es, como en otros tantos casos, la falta de sensibilidad social y cultural en relación a la preservación de los monumentos, que afecta especialmente al patrimonio industrial arquitectónico. La revalorización de un patrimonio sin uso en la actualidad y su conservación para las futuras generaciones constituye, por sí mismo, un interesantísimo objetivo. Las enormes posibilidades educativas y culturales que una actuación adecuada sobre este patrimonio industrial puede suponer son otros estímulos necesarios para que, desde las administraciones públicas o desde los más diversos ámbitos, se sumen esfuerzos en la proyección cultural de este edificio histórico. Como vestigio material del pasado industrial sedero que contiene elementos de información sobre el pasado que representa, es indispensable la difusión de su conocimiento entre la ciudadanía para que no se pierda su significado social.
De hecho, el patrimonio sedero tiene valor por él mismo como un elemento definitorio de la historia de Valencia, y especialmente del barrio de Velluters, barrio sedero establecido perfectamente a finales del siglo XV en el que se concentraba más de la mitad de los artesanos de la ciudad relacionados con el sector textil. No podemos olvidar que la compra de la primitiva casa - huerto el año 1494 era la culminación simbólica de un entorno vecinal de los sederos más poderosos y progresivamente de la gran parte del artesanado sedero de la ciudad. Siglos después de aquella adquisición de la casa de la calle del Hospital, el Colegio del Arte Mayor de la Seda continuaba siendo el epicentro del barrio. Es por ello que la historia del barrio de Velluters está indiscutiblemente ligada a este edificio y lo que él representa.
El problema más grave para el inmueble es que algunas estancias se encuentran apuntaladas desde 1994 ante el riesgo de desplomarse la primera planta. Parece que la flexión de las vigas por la acción de las termitas obligó a reforzar la escalera principal, además de diversas columnas. En la actualidad presenta un lamentable estado de conservación y está cerrado, habiéndose realizado en 2006 obras de emergencia a cargo de la Conselleria de Cultura para evitar su derrumbe, sin que aún esté programada su restauración y adecuación a museo. A pesar de que desde el Colegio se viene reivindicando la rehabilitación integral desde hace más de 30 años, sólo ha habido actuaciones de emergencia y de apuntalamiento, que es la política que lamentablemente llevan a cabo las instituciones valencianas en muchas ocasiones. Además del deterioro que presenta, fruto del natural paso del tiempo y abandono, su situación se vio agravada hace unos años por las obras de un aparcamiento subterráneo muy cercano al edificio. Las vibraciones de una de las máquinas de las obras provocaron la aparición de nuevas grietas, y confirmaron la necesidad de una actuación urgente.
En cuanto a la valoración actual de este edificio, habría que reconocer que a lo largo de los años han existido numerosas iniciativas para poner de relieve la importancia de este inmueble y la necesidad de iniciar una intervención. La propia institución que regenta el Colegio, dentro de sus posibilidades, ha puesto en marcha algunos proyectos para promocionar el colegio y recoger fondos. Recientemente, la institución expresó su voluntad de habilitar algunas salas para abrir al público el museo que alberga el edificio y abrir una pequeña tienda en su interior, donde vender objetos relacionados con el colegio y poder contribuir así a su rehabilitación. El edificio contiene una colección de sedas valencianas del siglo XVIII, documentos, telares, cuños, etc. Se estudió la posibilidad de exhibir telares y todo lo necesario, como hilos y máquinas, para convertir las madejas en ricos tejidos, así como muestras de telas, vestidos, muebles y otros elementos repartidos por locales ajenos al colegio sedero. Abrir el museo al público sería una forma positiva de promocionar el colegio y su conversión en el que debería ser el mejor museo de la seda de España. Además de museo, las posibilidades del Colegio del Arte Mayor de la Seda para albergar actividades culturales son numerosas: archivo, biblioteca, centro de interpretación, escuela, sala de exposiciones, etc.
Por lo que respecta a la valoración que la sociedad valenciana tiene en su conjunto, se puede afirmar que este importante edificio y lo que representa es muy poco valorado entre la ciudadanía. Ello se debe a la situación general de desconocimiento hacia nuestro patrimonio cultural, poco promocionado por los poderes públicos. Eso sí, algunas iniciativas ciudadanas, individuales y de asociaciones culturales rescatan momentáneamente a este legado cultural del olvido. Por otro lado, los medios de comunicación valencianos han contribuido a que el abandono del Colegio no se olvide, ya que han recogido las noticias relacionadas con las mociones realizadas en el pleno del Ayuntamiento, notas de prensa de los grupos municipales o de asociaciones culturales, declaraciones del presidente de la institución que regenta el Colegio, etc.
Pero los que menos valoran el edificio son precisamente los encargados por ley de velar y garantizar su conservación: las administraciones públicas valencianas. Ayuntamiento de Valencia y Generalitat Valenciana no han llegado todavía a un compromiso firme que conlleve la necesaria dotación presupuestaria para iniciar su rehabilitación integral y puesta en uso. Sin duda, ello debe pasar por la colaboración entre todas las administraciones y la propia institución. Además, mientras esta joya arquitectónica está al límite del riesgo y de peligro de derrumbamiento, no sólo las instituciones lo apuntalan y demoran las obras en vez de preservarlo sino que han demostrado una política de recuperación y puesta en uso del patrimonio totalmente errónea y de alteradas prioridades. Efectivamente, el Ayuntamiento de Valencia proyectó en 2010 levantar un edificio nuevo en un solar de la calle Guillem de Castro para convertirlo en Centro de Interpretación del barrio de Velluters, para dar a conocer la historia del barrio, ignorando que a 150 metros del solar languidece el histórico edificio del Colegio, centro neurálgico de Velluters, y depositario de la historia viva de un barrio y de la edad de oro de la seda valenciana. Además de que el coste del nuevo edificio sería mucho mayor que la rehabilitación del viejo, lo que querían hacer, que no se ha hecho, sería una mala réplica de lo que en el Colegio se puede ver y conocer. Es hora ya de que las administraciones públicas y la sociedad en su conjunto valoren este edificio como se merece y se inicie la tan necesaria rehabilitación, para darle un uso acorde al inmueble y lo que antaño fue, y rescatar así del olvido la riqueza de un edificio y una industria tan representativa de la ciudad de valencia.

 

 

 

 

 

 


 

  1. Bibliografía y referencias en internet
A.A.V.V., Catálogo de monumentos y conjuntos de la Comunidad Valenciana, Conselleria de Cultura, Educació i Ciència, Valencia, 1983.
ARANDA, F., CANET, R., VIZCAINO, D., y otros, En defensa de la arquitectura del Colegio del Arte Mayor de la Seda de Valencia, Associació d'Amics de Cristófor Aguado, Valencia, 2003.
NAVARRO ESPINACH, G., El Col·legi de l´art major de la Seda de València, Consell Valencià de Cultura, Valencia, 1996.
Fichas BIC's de la web de la D.G. de Patrimoni Cultural Valencià. Conselleria de Cultura i Esport. [http://www.cult.gva.es/dgpa/Bics/listado_bics.asp]. Estudio Previo del Colegio de Arte Mayor de la Seda y su huerto.
http://www.cult.gva.es/dgpa/bics/detalles_bics.asp?IdInmueble=248
http://www.jdiezarnal.com/valenciacolegioseda.html

 

 

 

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